
Con una belleza bruta la arquitectura del lugar se mimetiza con el entorno. Los maderos como un motor a vapor dan calor a las aguas acorraladas por rústicas tinajas.
Los maderos nativos, desgastados por el tiempo y perfumados con historia, se erigen como guardianes de este refugio. Su calidez no sólo es estética; también es funcional. Con combustión a leña, alimentan las aguas que burbujean en las rústicas tinajas. Cada leño crepita con vida, liberando su energía en un calor que no sólo envuelve el cuerpo, sino que alcanza el alma.
Las tinajas, con su textura áspera y artesanal, abrazan las aguas calientes como si fueran cuencos sagrados. En su rusticidad, hay una perfección natural que invita al visitante a dejar atrás lo superfluo y rendirse a la pureza del momento.
- Pasarelas rústicas.
- Dos tinajas para cuatros personas cada una.
- Baños y Camarines.
Las instalaciones son un diseño que no compite, sino que coexiste; que no domina, sino que dialoga. En Tinajas El Mañío, la arquitectura no sólo se mimetiza con el entorno, sino que lo celebra.


Observa, Entiende y realza la belleza natural
Las líneas simples y los materiales nobles no buscan imponerse sobre el paisaje; más bien, parecen susurrar en complicidad con la selva que los rodea. Es un diseño que observa, entiende y realza la belleza natural, convirtiendo cada rincón en una extensión del entorno.
Los muros de madera, tallados por manos artesanas, respiran al ritmo del bosque. Los techos inclinados, cubiertos de tonos terrosos, abrazan el cielo, permitiendo que la luz del sol se derrame suavemente al amanecer y que las estrellas encuentren su reflejo al caer la noche. En cada curva, en cada unión, hay un diálogo íntimo entre lo construido y lo natural.
Las Tinajas son santuarios que parecen emerger de la tierra
Aquí, las tinajas no son simples recipientes: son santuarios. Sus formas orgánicas y sus acabados rústicos parecen emerger del suelo mismo, como si la tierra las hubiera moldeado para brindar descanso y sanación. El agua, calentada con la fuerza de los leños, fluye como un homenaje al río Palena, que presta su pureza y energía a este rincón de paz.